Este lienzo se dispuso por orden testamentaria del retratado a Arias Saavedra, pasando por varias generaciones, hasta que uno de ellos ecidió donarlo al Prado, quien lo rezhazó por considerar tener obras más importantes e este autor con lo que acabó en una casa de antigüedades, pasando a la colección de los duques de Torres, pasando a la vizcondesa de Irueste y adquirido por el Ministerio de Educación en 1974, destinándolo al Prado.
Culmina el retrato intelectual goyesco, simbólico y amistoso, digno y elegante, refinado y sincero. La espléndida figura del escritor, político y juristas, cuyas indeas tanto influyeron en Goya, resuelta con una gran gama cromática, , revela profunda reocupación y honda psicología que el artista sabía reflejar en sus modelos.
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