Esta dama se identifica como la zaragonzana Joaquina Candado, hija del militar Joaquín Candao, afincado en la Parroquia de San Felipe, en la calle de los Gigantes en bocacalle del Coso, gran arteria de la ciudad de Zaragoza en esos años. Muerto Joaquín en 1787, la viuda, Josefa Ricarte, de ascendencia levantina, pudo emigrar a la ciudad de Valencia, donde aparecerá este lienzo, donado por la Candado a la Academia en 1819.
El retrato, de cuerpo entero, nuestra a la modelo ricamente ataviada, lo que enota la desahogada posición económica de la que gozaba. Viste un traje negro de gasa de forma imperial, tocada con una vaporosa mantilla negra.
Lleva sus manos y antebrazos enfundados en unos largos guantes de gamuza, en cuya izquierda empuña un abanico marfil de pie corto o inglés, y calzada con zapatos de punta de seda.
Para postre un perrito faldero que le da más posición social
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