viernes, 26 de noviembre de 2010

RETRATO CONDE DE FERNAN NUÑEZ

Es unno de los retratos más espectaculares hechos por Goya. El personaje representado es Carlos Gutiérrez de los Ríos y Sotomayor, nacido en Lisboa el 3 de enero de 1779, hijo del VI Conde de Fernán Núñez, Carlos, y de María de la Esclavitud Sarmiento de Sotomayor. 
Murió a los 43 años de edad a ausa de la caída de un caballo, deando tras de sí una compleja biografía.

Muy joven se casó con María Vicenta Solís Vignancourt Lasso de la Vega, duquesa de Montellanos. Al parecer, este matrimonio fue muy infortunado y sus relaciones bastante difíciles, abandonando el conde a su esposa para irse a ocupar la embajada de Londres. 
Hijo de embajador, desempeñó cargos diplomáticos como tal en asuntos como el Congreso de Viena, de París y de Londres.

Muy amante del lujo, demostró ucha admiración por la pompa. Su gran habilidad diplomática le granjeó la simpatía de Fernando VII, que lo convirtió en duque del mismo.

El carácter alegre y simpático del noble, lo capta Goya, haciendo en este retrato destacar la elegancia, el estilo y el porte garboso del conde, imprimiéndole la gracia de un personaje popular. 
Lo sitúa ante un paisaje abierto en vegetación baa y lumnosos celajes, que hacen destacar la rotunda y erguida figura del personaje, que con una postura un tanto napoleónica y desafiante,apoya con fuerza los pies sobre el suelo, casi en ángulo recto. 
El pintor deja ver por la amplia abertura de la capa que lleva una pierna fuerte, robusta y bien modelada, que enfunda el calzón cremoso, y sirve de contrapunto a los tonos negros de la punta de sus botas.
La mano recoge el esbozo de forma altiva, del cual surge un trozo de camisa y la elegante corbata blanca y sedosa que envuelve su cuello hasta la misma camisa. 
La cabeza es altiva y lleva un sombrero negro con aires. 
Bajo el tocado sobresalen los rizos de su cabellera y las largas patillas que enmarcan el rostro racial y de corte aristocrático del conde.


Son finas las líneas que dibujan la boca, la nariz y los ojos, que, bajo las pobladas cejas, confieren al rostro cierto encanto y aire viril. 
Representa la juventud y airosidad e la personalidad de este conde de 24 años, pareja del cuadro de su esposa.



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