domingo, 19 de septiembre de 2010

EVOLUCION ECONOMICA Y POLÍTICA DE LA VIEJA NOBLEZA EN EL SIGLO XIX

La afluencia de nobles a Madrid comenzó cuando Felipe II decidió fijar su hasta entonces Corte ambullante en esta villa, a mediados del siglo XVI. Los nobles se trasladaron entonces a la pequeña población, al amparo de la Corte Real, manteniendo estrechos lazos de amistad con el Rey. Su presencia fue haciendo de Madrid una de las ciudades más animadas de Europa, convirtiéndose en el principal foco de atracción social. Pasó de ser una rgión agraria a ostentarse de todo lujo. Como consecuencia, comenzó a desarrollarse una industra de productos de lujo, como joyerías, bordadores de plata, pañerías, sombrererías ...

La llegada a la capital de nobles, llevó aparejada la atracción de capas sociales bajas procedentes de zonas rurales, que venían en busca de un empleo, sabiendo la demanda de sirvientes que necesitaba la aristocracia. De hecho, el tener un mayor o menor número de sirvientes condicionaba su estatus social. Como era también el número de coches y de caballos que se poseyese.

 La nobleza constituyó desde el principio la cúspide de la escala social, económica y política de la capital. Sus cargos palatinos le facilitaron los contactos con los centros de poder, formándose fuertes camarillas. De esta forma, la nobleza fue monopolizando los altos cargos políticos del gobierno. La mayoría de los escaños del Senado y cargos diplomáticos eran ocupados por los Grandes de España por derecho propio, como decía la Constitución de 1876, igualmente seguían ocupando los cargos palatinos del a Edad Medieval, como Tesorero Real, Secretario real y otros cargos relaconados con la administración del Estado.


El desempeño de estas actividades le hicieron acumular gran prestigo, lo que unido a la suntuosidad que roddaba su estilo de vida con palacios, comodidades, fiestas y todo tipo de símbolos externos, propiciaronque esta ñelite fuera envidiada por todas las claes sociales. Desde los altos burgueses adinerados hasta los que no les suponía ningún esfuerzo imitar los mdos de vida aristoráticos, a los más pobres que anhelaban una vida que nunca alcanzarían. Esto le acompañó hasta bien entrado el siglo XX, aunque a situación económica y general sufriese grandes transformaciones en el siglo XIX.


La principal base de la economía de la nobleza era la tierra rural. No hay que olvidar, que aunque la nobleza de cua se había ido instalando alrededor de la Corte, aportando sus valores, pautas, solían ser originarios de la meseta de Andalucía, donde habían dejado vastas extensiones de tierra de las que percibían el mayor número de rentas anuales. Esta renta agraria aseguraba el futuro de los viejos nobles, por ser bienes fijos y amortizados, lo que originaba que la tierra se pasase de padre a hijo, sin posibilidad de perderse.


Pero la nobleza contaba además con numerosas propiedades urbanas, principalmente fincas dispersas  por la ciudad en los suelos de más altos precios y que solían arrendar. Estas posesones vinieron bien cuando en determinados momentos, la tierra agrícola no conseguía dar los intereses a sus dueños, quienes pasaban vverdaderos apuros por mantener su estilo de vida. Es entonces cuando recurrían a vender fincas urbanas, ya que cmo éstas cumplían un papel complementario, no contemplaban la posibilidad de invertir en ellas.


De esta forma comenzó un repliegue nobiliario, causado prque la nobleza reprodujo hábitos y comportamientos del Antiguo Régimen, basados en criterios improductivos que no permitía la recuperación de lo invertido en lso elevados gastos que le acompañaban. Incluso a pesar de que la nobleza había comenzado a impulsar a finales del siglo XVII una actividad económica más activa, entrando en el mercado, sobre todo en el de abastos de los centros urbanos, coercio lanar y vinculación a los Gremios madrileños, no se alteraron las estructura de producción ni la propiedad. Es decir, trataron de maximizar la producción para conseguir más dinero líquido, pero sin llevar a cabo transformaciones industriales.


Con el fin de aumentar la producción sin salir del modelo tradicional de propiedad, subieron los gastos dirigidos a nuevas roturaciones, construcciones de canales y otras mejoras de infraestructura. Al mismo tiempo, el consumo aristocratico aumentaba, debido a la transformación de esta, algo más cosmopolita, más abierta a las influencias francesas, y que tenían que destinar gran parte de sus ingresos a mantener su estilo de vida, marcado por la nueva moda de palacios y casas grandes, adquisición de obras de arte ...


El cambio de coyuntura a finales del siglo XVIII, el entorpecimiento del comercio de exportación de lanas, el coste de aprovisionamiento de las rentas durante la Guerra de la Independencia, el descenso de los precios agrarios, el cuestionamiento de llos privilegios señoriales y el cortocircuioto de las rentas provenientes de la corona como consecuencia de la quiebra de la Hacienda Pública, frenó la expansión de la economía nobiliaria. Se prdujo entonces un desfase entre gastos e ingresos, comenzando una crisis patrimonial que duró hasta los 70, donde perdieron muchas posiciones económicas.


Se hizo necesario un proceso de saneamiento que permitiera la recuperación. Fue entonces cuando la nobleza demostró su capacidad de resistencia, pues la mayoría logró reconstruir su posición sin abandonar del todo su componente agrícola y sin tener que participar en los sectores económicos. 


El saneamiento conllevaba la abolición de los mayorazgos y el fin de la popiedad vinculada, además de la intervención del Estado Liberal, que va a transferir indemnizaciones a la nobleza por las desamortizaciones.


El hecho de que la nobleza no participase de forma directa en los nuevos sectores económicos, no quiere decir que estuvieran del todo fuera de ellas. Entre 1840 y la Restauración, la aristocracia madrileña buscó un nuevo punto de equilibrio económico para salir de este vbache. Por ejemplo, la Casa de Medinaceli transfirió propiedad rústica o valores por 58 millones de reales, igual que el Duque de Alba, Duque de Altamira.


Para la pequeña nobleza, la política de saneamiento suponía un esfuerzo mayor, y odía suponer la liquidación total e sus patrimoniios. En tre otros motivos, se encuentran casos de adeudamiento con banqueros madrileños, caso del Duque de Híjar, de Salvatierra o de Osuna.


Una consecuencia de la crisis de la nobleza fue el hecho de que muchos aristócatas dejaran de engrosar las filas carlistas para pasarse a las liberales. Esto se explica, pues desde aquí pueden tener el poder de controlar la reconversión de sus prpiedades, superar al crisis y recuperar el prestigio político. Hay que tner en cuenta que este liberalismo al que se adhieren es un liberalismo moderado, por lo que en la Restauración, se les verá en las filas de Cánovas.


A la vez, el giro político de la nobleza provocó que esta clase social tomara contactos con otras élites, haciéndose más abierta. Para ello, la alta burguesía comenzó a ennoblecerse. De hecho, mucha de las tierras que los nobles tuvieron que vender cuando enajenaron sus propiedades, pasaron a manos de la alta burguesía.


Claro que esta apertura no fue compartida por toda la nobleza. Mientras que un sector más integrado en el núcleo mundano de la capital era más integracionista, otro se encontraba enquistado en la tradición patriarcal sencilla, con profundo arraigo y sentido del hogar, lo que llamamos "puristas". Estos últimos desdeñaban de los burgueses por contaminar su sangre, el código social y la forma de vida de la aristocracia.

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