miércoles, 9 de marzo de 2011

LA HIGIENE DE LOS ÁRABES

En su Oriente originario, los árabes tomaron de sus vecinos los Bizantinos, sus gustos por el baño y los perfumes. Fueron ellos los que ppularizaron en España e Italia, la ciencia de la perfumería: no se olvida que un árabe, Albucaste, quien descubrió el alcohol a partir del vino, por lo que lo llamó espírituo del vino.

Las mujeres usulmanas pasan horas y horas en el harén maquillándose y cepillándos cuidadosamente. Las cristianas son miradas con cierta aprensión por no depilarse el pubis.
Con henna, se tiñen de rojo los dedos y las palmas e las manos, así como los talones y los dedos de los pies.
Los dientes, se los limpian con una mezcla de nácar, pulverizadas con huevo y polvo de carbón.

La henna se puso de moda enseguida por las cristianas, que las usaban para embellecer sus pezones, sus labios
  • EL HAMMAD
El Hammad, más que una necesidad higiénica o una imposición religiosa, fue, en la España medieval, una costumbre social, un privilegio para la época al que todos tuvieron acceso: mujeres y hombres, mayores y pequeños, jóvenes y ancianos, judíos y cristianos.

Los árabes, acostumbrados a vivir entre mares de arena, eran conscientes del valor fundamental que tenía el agua. Seguro fue por esta razón, que cuando llegaron al sur de Hispania, y descubrieron los acueductos y las acequias, los patios con surtidores de aguas y la termas, hcieron suyos estos elementos que tambén contenían y sintetizaba aquel bien tan preciado, desarrollando y ampliando el estudio y técnicas  relacionadas con el agua.

Los árabes españoles difundieron el uso del baño, llevándolo a todos los rincones del país, popularizándolo y haciéndolo accesible a toda la sociedad: reyes y labriegos, comerciantes  militares, monjes y religiosos; tanto llegó a extenderse que llegó a formar parte de su vida cotidiana.

Fue el rey Alfonso X el Sabio el primero en prohibir los baños compartidos entre cristianos y musulmanes. Si por el contrario, el agua era abundante, caso de Granada, se multiplicaban el número de ellos.

Aunque como ya hemos dicho, no es un periodo donde la higiene sea lo más prioritario, lo que produjo el nacimiento y transmisiones de enfermedades propias de la falta de higiene, y aunque haber, había baños, pero no todo el mundo lso usaba, la gente poco a pcoo fue tomando conciencia de las ventajas de la higiene.

Estos establecimientos abrían a partir de las 2 de la tarde, permaneciendo abiertos hasta muy entrada la noche.
Cuando el visitante acudía al baño, se encontraba todo escrupulosamente limpio y deliciosamente perfumado con aromas de tomillo o romero, que se quemaban en los hornos. 
El bañista pasaba a la primera sala, destinada a vestidor, que era la más fría del baño, lugar donde se desvestían y se les entregaban dos paños blancos: uno, para cubrirse las partes, ciñiéndose a la cintura, y el otro, en la cabeza, a modo de turbante, y unas sandalias altas de madera o corcho llamadas "Chapines", que les protegía del calor que el pavimento soltaba, al estar sobre una cámara de aire que recibía el calor de abajo de las calderas. 

De aquí, se pasaba a la sala central y principal, muy calientes y saturadas de vapor. Allí se tenían en tarimas especiales, donde comenzaban a sudar en reposo, y los bañeros, que en los palacios, podían ser sustituidos por esclavas especializadas, favorecían la sudoración mediante fricciones eérgicas. 

Al finalizar esta operación, el bañista pasaba a la tercera sala y más caliente, justo encima de la sala de la caldera del cobre y el horno.
Siempre en cuclillas, era enjabonado de pies a cabeza, con abundante espuma, que se le hacía desaparecer, lanzándole abundante agua caliente, en recipientes de madera resistentes al calor, levantando esta lluvia al caer al suelo gran cantidad de vapor.

ras esata fase, era necesario volver a la sala templada para reposar y reponerse, donde entonces los empeados daban masajes. Esta transición era obligada para poder volver de nuevo a la sala caliente a tomar una ducha, esta vez de agua fría, para luego, regresar de nuevo a la sala central y reposar con nuevos masajes reactivos, acompañados de aceites y perfumes, depeniendo de la calidad y la disponibilidad económica del cliente..

Ya reconfortado, el bañista se envolvía en na especie de abornoz de algodón, quedando en reposo en la sala central, consensación de ligereza, charlando animoso con los amigos

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